David Valle García. @Valle__13
Kobe Bryant (Filadelfia,
23 de agosto de 1978)
está a los 34 años en uno de los mejores momentos de su carrera,
si no en el mejor. Tras la eliminación vs Oklahoma en las
semifinales de Conferencia, Kobe se desquitó ganando su segundo Oro
olímpico en Londres. Un gran logro más que añadir a su larga
carrera de éxitos y triunfos, tanto individuales como colectivos.
Bryant
siempre se ha mostrado como un jugador con carácter, tremendamente
competitivo y al margen de su indudable talento (muchos le colocan
como el sucesor de Jordan) ha demostrado que pase lo que pase no se
arruga nunca.La
marcha de Shaquille O'Neal le privó de luchar por el anillo durante
unos años, eso sí, en ese tiempo aprovechó para batir varios
récords, destacando los logrados en 2006 y 2007 donde consiguió
anotar 81 pts vs Toronto Raptors, además anotó 175 puntos en 3
encuentros consecutivos, 65 puntos en casa ante Portland
Trail Blazers
,50 vs Minnesota
Timberwolves y
60 ante Memphis
Grizzlies
y se convirtió en el jugador más joven de la historia en
alcanzar los 20000 puntos: lo hizo ante
los
Knicks en
el
mítico Madison
Square Garden. Y recientemente ha alcanzado la escandalosa cifra de 30000 frente a los Hornets.
Tras
quedarse a las puertas de conseguir su cuarto anillo en 2008, Bryant
se quitó la espinita en los dos años siguientes y ganó dos anillos
más, liderando a su equipo y contando con la inestimable ayuda de
Pau Gasol y de Lamar Odom. Siendo además MVP de ambas finales.
El
descalabro ante Dallas (año de la despedida de Jackson) en 2011,
donde Bryant apenas apareció por unas incesantes molestias en la
rodilla, y la eliminación en semifinales de Conferencia al año
siguiente hicieron temblar a la franquicia.
Sin
embargo, el 2012 se presentaba como el año de la resurrección
“Laker”, debido en gran parte a los fichajes de Dwight Howard y
de Steve Nash. La fuerza por dentro, unida al talento y a la visión
por fuera.
Nada
más lejos de la realidad, a pesar de los grandes números de Bryant
el equipo empezó perdiendo sus 4 primeros partidos de temporada
regular con un juego más que pobre. Circunstancia que unida a las 7
derrotas cosechadas en los 7 partidos de pretemporada terminó por
acabar con la paciencia de los dirigentes angelinos,que optarían
por despedir a Mike Brown. En su lugar y con un gran contrato, llegó
Mike D'Antoni. El hombre elegido para arreglar todos los problemas.
El
entrenador que maravillara a la NBA con Phoenix 8 años atrás,
gracias a un juego vistoso y ofensivo, no ha logrado aún dar con la
tecla, ni parece que vaya a hacerlo, como ya le ocurrió el año
pasado con los Knicks. Ha movido varias piezas, pero casi ninguna
con acierto. Para nadie era un secreto que la defensa no era su
mayor preocupación, pero al margen de esto,ha alejado a Pau Gasol
fuera de su zona de influencia, obligándole a jugar abierto, muy
lejos del aro, restándole así, aportación ofensiva, ( muestra sus
peores porcentajes en toda su carrera en la NBA), juego fluido e
importancia. Una importancia que su equipo necesita. El español se
muestra descontento, apático, descolocado en la cancha y viendo los
momentos “calientes” de los partidos desde el banquillo. Algo que
ya empieza a dejar de sorprender. Además, ha colocado a Jordan Hill
por delante de Antawn Jamison en la rotación, a pesar de que Jamison
ha cumplido en muchas ocasiones y siempre ha logrado grandes números
durante toda su carrera NBA.
Por
otro lado Dwight Howard dista mucho de ser aquel jugador dominante
que llevó a Orlando a la final de la NBA. Obviando su nefasto
porcentaje en tiros libres, ( el peor de su carrera y circunstancia
que muchos equipos ya han utilizado como arma para ganar a los
Lakers, con acierto en su mayoría de ocasiones) el pívot intercala
grandes actuaciones con otras bochornosas. Parece no haber entendido
su función en el equipo y apenas se le ve una mínima conexión con
sus compañeros. Un ejemplo de esto es su escasísima compenetración
con Steve Nash (un jugador de talento descomunal que ha sido capaz de
hacer bueno a un cono).
Todo
esto no ha bastado para que D'Antoni ni siquiera le de un toque de
atención. Estas
y otras causas han derivado en que los Lakers se sigan mostrando
hasta le fecha como un conjunto anárquico, sin ideas, sin cohesión,
haciendo en muchas ocasiones la guerra por su cuenta y tratando de
sobrevivir merced al talento de un Bryant que sigue jugando a un
nivel estelar, yéndose a más de 30 puntos en casi todos los
partidos, mientras que sus compañeros apenas le responden. Los
Lakers deambulan por la NBA con un balance negativo, perdiendo ante
cualquier equipo que muestre un poco de orden (Solo han ganado a un
rival de entidad hasta la fecha, a los Knicks y en casa) y
mostrándose incapaces de ganar lejos del Staples.
Esto,
ha provocado que el propio Bryant haya mostrado públicamente su
enfado y haya criticado con dureza a su equipo, calificándolo como
un equipo de viejos, carente de energía.
Mucho
han de cambiar las cosas para que estos Lakers puedan luchar por el
anillo, algo que ha día de hoy parece un imposible. Entretanto, no
queda otra que seguir disfrutando de uno de los mayores talentos que
ha dado el baloncesto a nivel mundial en toda su historia, Kobe Bean
Bryant.
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